viernes, 3 de junio de 2011

Carta Abierta a mis conocidos y amigos

                    De las pocas cosas que, de a ratos, he sabido hacer más o menos bien, ha sido pararme ante una clase y tratar de despertar el pensamiento con mis palabras. No otra cosa pretendo hoy.

Nunca busqué el que se repitiera lo que decía, sino que lo usaran como materia prima, como barro primordial, para modelar su propio pensamiento. Hoy ya colgué la túnica. No tengo un aula donde expresarme y muchas veces sólo me queda pelearme conmigo mismo, reprochándome errores y deudas contraídas con mi propia alma. Quizás sea por ello que me pongo a escribir esto. Sin otra pretensión de que transmitir lo que siento en este instante. 

Ayer, 20 de mayo. unas cien mil personas marcharon por “18”. Fueron pocas o muchas, no importa. Eran ejemplo de buenos orientales venidos de todos lados a salvar la patria, como escribiera Idea.

Mientras se discutía el fin de la impunidad, hubo muchos que optaron legítimamente por concentrarse en el partido y abonar: eso no tiene nada que ver conmigo o no entiendo nada o un simple, ya me tienen harto con eso.

Nunca he querido una sociedad de unanimidades, creo que es la muerte de la persona. También puede ser que alguna gota vasca que me anda en las venas me dicte estas palabras que ahora escribo.

Recordemos que el éxodo no fue de todo un pueblo siguiendo los pasos de Artigas. Hubo algunos que optaron por refugiarse en Montevideo y otros que se fueron a las comodidades que les ofrecía Buenos Aires. No todos fueron tras el general, no todos aceptaron el sacrificio del Ayuí.

Tras lo acontecido en la Cámara de Diputados, muchos se sintieron nuevamente derrotados. No es para menos, nos pegaron de nuevo. Pero como decía Zitarrosa “no hay cosa más sin apuro que un pueblo haciendo su historia” Y la historia “crece desde el pié”, se hace juntando fuerzas para entre todos torcer el rumbo.

Los gringos allá por comienzos de los 80, establecieron que el futuro se jugaba en la cabeza de la gente, quien consiguiera dominar la memoria, si se conseguía manipularla, entonces sería posible extender el dominio. Y la verdad amigos nos están ganando.

Una vez le pregunté a un amigo judío por qué ellos insistían tanto con el holocausto, por qué año tras año recordaban esa tragedia. La respuesta fue simple y directa, es que la barbarie todavía andaba suelta y puede repetirse si nos gana el olvido, me contestó. Como dijera Brech la perra que parió esos monstruos, sigue aún en permanente celo.

El pueblo judío, no olvida. Han estado y estarán año tras año, persiguiendo a los asesinos y llevándolos a juicio siempre que han podido. Ese es un ejemplo.

Hoy los sobrevivientes de los campos son una inmensa minoría. Los que tienen marcada en su piel y alma las experiencias atroces de aquel período, cada vez son menos. Pero han conseguido afirmar la memoria. La han hecho carne en las nuevas generaciones.

Creo que ahí está nuestra falla. No se trata de hacer un monolito en un remoto lugar de Montevideo. Vamos a transformar cada muro en un monolito recordatorio. ¿Por qué, por ejemplo no colocar un cartel luminoso bien grande en Rivera y Soca, que diga simplemente junto a su foto, de acá se llevaron al maestro Julio Castro, dónde está? Que se vea bien y nadie se haga el ignorante o le chancho rengo.

Está bien escribir libros que pocos leen, pero debemos ir más lejos, no se trata tampoco de hablar cada tanto o incluir algo en un discurso o en el cuplé de una murga, para despertar el aplauso fácil.

No son suficientes estas heroicas viejas que buscan huesos, como insensiblemente las calificara nuestro presidente en otra de sus incontinencias verbales habituales. Incontinencia que no la va a usar para pedirles perdón.

Por favor Sr Mujica Cordano, no entierre al “Pepe”. Es muy probable que usted jamás se entere de lo que acá digo. Su tiempo está muy ocupado con videos de supuestos militares revanchistas y esto son “cosas menores” de un perfecto desconocido para usted. Pero si por casualidad lo lee, si de pronto “Manuela” se lo apunta, piense un segundo y reconozca que metió la pata hasta el cuadril, como se dice en campaña. Por otra parte la Batalla de Las Piedras la ganó no el ejército, sino el pueblo reunido y armado como me enseñó Agustín Beraza el historiador y profesor.

No se trata de cultivar el odio. Creo el norte está en conseguir que la historia se haga memoria colectiva y esa será nuestra tarea. No en esperar a que estemos todos muertos y que la paz de los cementerios se instale.

Hagamos una cosa bien simple, que nada nos va a costar: que circulen por la red la historia junto al rostro de cada una de las víctimas. Todos tenemos un trocito, hagamos algo grande juntando cada uno de ellos en un gran relato. En forma sencilla narremos el horror, sin pudor y sin adjetivos agregados, la verdad pura y descarnada. Empapelemos como ayer las calles con las caras y la historia de los desaparecidos y cuando los arranquen coloquémoslos de nuevo. Que cada centímetro de nuestras calles en cada pueblo, en cada vereda, tenga un pedazo de historia.

Volvamos a organizarnos como ayer más allá de nuestras banderas particulares. Dejando de lado los intereses menores y los vanguardismos y el fortalecimiento de los “aparatos”, vamos a encontrarnos como uruguayos. ¿Qué esto es utópico? Puede ser pero vale la pena intentarlo.

La impunidad significó y significa un quiebre en nuestra ética colectiva. Hoy pedimos firmas para encarcelar menores y mientras tanto defendemos torturadores. Porque torturar cuando se defiende el capital está bien, delinquir como estrategia de supervivencia está mal. No aceptemos ni una cosa ni la otra. Quien delinque, pase el tiempo que pase, sea quien sea que afronte sus consecuencias. Los uniformes se idearon para identificar no para esconderse dentro de ellos.

A recomponer la moral ya, porque si ella se pierde definitivamente no estamos lejos de bajar a Artigas y poner a Tinelli sobre el caballo. No faltará quien establezca por ley que la vida pasa por un bailar por un sueño. Porque nuestros gurises no tendrán futuro y aceptarán de buen grado ser cosas.

A muchos les molestará esto que he escrito dejando correr simplemente los dedos sobre el teclado sin intentar siquiera corregir. He optado por dejar que las palabras fluyan directas del corazón.

Si comparten una mínima parte de lo que he expresado háganlo circular entre sus conocidos. Recordemos que la maldad triunfa cuando los buenos no hacen nada contra ella.

Con afecto, dolor y compromiso

                                                           Douglas Ifrán (apenas un exmaestro)

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